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EL ARTE DE AMAR…



¿Que hay en la mirada, expresión, abrazo que te da una mamá? Es un gesto universal que ha inspirado a millones de artistas a través del tiempo y sus propuestas para materializarlo no dejan de sorprendernos.

Los artistas han creado imágenes en el lienzo o en esculturas que exaltan un vientre abultado por la gestación para celebrar el milagro de la vida. Han mostrado por igual a la madre máxima del catolicismo, la Virgen María, en distintas instancias de su rol en la historia religiosa. Hemos visto madres abnegadas dando el pecho, cuidando a sus pequeños o contemplándolos, en una visión romántica que casi siempre fue creada por los hombres.


Grandes nombres del arte han creado inspirados en la figura materna, desde Pablo Picasso hasta Gustav Klimt, desde Frida Kahlo hasta Leonardo Da Vinci. Actualmente el gran pintor Romero Britto, originario de Brasil, no es la excepción.

La danza es la madre de las artes. La música y la poesía existen en el tiempo, la pintura y la escultura en el espacio. Pero la danza vive en el tiempo y en el espacio. El creador y lo creado, el artista y su obra, siguen siendo una cosa única. Los diseños rítmicos del movimiento, el sentido, el sentido plástico del espacio (escenografía), la representación animada de un mundo visto e imaginado, todo ello lo crea el hombre con su cuerpo por medio de la danza.




Con el paso del tiempo, las mujeres incursionaron en el arte y se apropiaron del tema, contando en primera persona sus vivencias maternales; narraron el amor extremo, el sacrificio y la entrega. Desde entonces, la puerta se abrió a nuevas percepciones sobre la maternidad a la que los artistas vuelven una y otra vez. También los hijos comenzaron a destacar la figura materna desde distintas formas de expresión, reforzando la idea de que es el principio y el fin de cada círculo de vida.


La artista franco americana Louise Bourgeois diseño una impresionante escultura Mamá (1999), concebida originalmente como encargo inaugural para la Sala de Turbinas de la Tate Modern en mayo de 2000, es uno de los trabajos más ambiciosos y representativos de la artista. La escultura consiste en una colosal araña de acero de casi 9 metros de altura, que porta un saco con 10 huevos de mármol en su vientre; su abdomen y su tórax están hechos de bronce acanalado. Esta es la mayor de una serie de esculturas que Bourgeois creó basándose en la araña, un motivo que plasmó por vez primera en 1947 en un pequeño dibujo de tinta y carboncillo[4]. Bourgeois comenzó a dibujar arañas por aquel entonces, y continuó representándolas hasta el final de su vida. A mediados de la década de 1990, las arañas ocupaban un lugar central en su obra.


La palabra francesa maman se traduce como “mamá” o “mami”, la manera en que un niño se dirige a su madre. Pese a su apariencia temible, esta araña es un cálido tributo a la madre de Bourgeois, que se dedicaba a tejer tapices y falleció cuando ella tenía 21 años. La obra pretende reflejar la profunda huella que la madre de la artista dejó en ella, y alude a la fortaleza de su progenitora de manera metafórica, haciendo referencia a actividades como hilar, tejer, alimentar y proteger.


La araña de Bourgeois también simboliza la fertilidad, a través del saco repleto de huevos de mármol

La maternidad ha sido fuente inagotable de inspiración.

“Y no necesariamente tiene que ser por tener un hijo, somos seres maternales; nos convertimos en madres de las amigas, de los amigos, de animales, etc. Es algo escrito de nuestra naturaleza. Esa ternura que tenemos es natural y, en el arte, no hace la diferencia como tema, es algo que también sale natural”.

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