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LA SALUD DE TU PIEL

Cuando cuidas la salud de piel, cuidas de ti

Corren tiempos difíciles y debes cuidarte. Por un lado, debes cuidar tu piel por tu propio bienestar y por otro, por protegerte del “exterior”. Y es que la piel, es el primer escudo protector frente al exterior y constituye una barrera protectora contra agresiones físicas (radiaciones), químicas (radicales libres) y microbiológicas (virus, bacterias, hongos).


Cuando hablamos de piel, nos referimos al órgano más extenso del organismo, es la primera barrera a la que se enfrentan los microorganismos (virus entre ellos). En la capa más superficial.


Teóricamente una piel con lesiones o heridas abiertas sí podría ser una puerta de entrada al coronavirus y la OMS contempla esta vía en sus manuales de prevención de contagio, pero no hay ningún caso registrado hasta la fecha. Otro aspecto a tener en cuenta, entre piel y COVID-19, es que como cualquier otra superficie, la piel expuesta (manos, cara, etc.) puede actuar como depósito de pequeñas partículas que luego nos llevamos a la boca, nariz u ojos.



Las preocupaciones y el estrés generalizado de una manera continua es perjudicial para nosotros y en consecuencia, para nuestra piel. El estrés influye en la piel mediante distintos mecanismos, fundamentalmente modifica el sistema inmunológico bajando las defensas cutáneas. Además, se genera una mayor producción de histamina, adrenalina y cortisol, que producen desajustes hormonales y a su vez, debilitan nuestro sistema inmunológico.


El sudor junto con la fricción de las mascarillas provoca daños por presión en diferentes puntos (nariz, mejillas, orejas). Como resultado puede haber erosiones en la piel y esto puede conducir a una posibles infecciones.


El uso de mascarillas, favorece a la deshidratación por la escasa ventilación, la humedad retenida hace que el poro se dilate y que el agua transepidérmica se escape. Ésta elevada humedad junto con la saliva retenida en el interior de la mascarilla favorece el crecimiento de microorganismos, por ello aparece o se agravan patologías como acné, rosácea.


La limpieza va a ser fundamental, no sólo para desmaquillar sino para eliminar residuos, restos de sudor e incluso contaminación. En la rutina de noche, lo ideal es realizar una doble limpieza facial, usando en primer lugar un producto de limpieza de base acuosa u oleosa (aceites desmaquillantes, aguas micelares) que no necesitan aclarado y en segundo lugar, aplicar un producto limpiador bajo agua (tibia) que respete el pH de la piel, sea syndet (sin tensioactivos agresivos), y/o sin jabón. Tras la limpieza, deberíamos usar agua termal como tónico. Y los productos que se apliquen sobre algodón o disco, deben ser usados sin hacer “arrastre”. Sin embargo, en la rutina de limpieza de día, con usar el limpiador bajo agua y el agua termal sería suficiente.

Por otro lado, es primordial la elección de los activos en los productos de cuidado (sérums, cremas), se debe optar por aquellos que sean calmantes, emolientes, antiinflamatorios e hidratantes. Estos productos deben estar formulados a base de agua termal, niacinamida, ácido hialurónico, aceites ozonizados, caléndula, centella asiática, factores de crecimiento, alantoína, factor natural de hidratación (NMF), aloe vera, bisabolol, vitamina E, jojoba, manteca de karité, entre otros. Debemos evitar los cosméticos con activos irritantes (AHA, retinol, perfumes, alcohol) y aquellos con una larga lista de ingredientes.



En cuanto a los tratamientos semanales, a la hora de exfoliar, debemos evitar los peelings químicos (con hidroxiácidos) y físicos (productos con gránulos), optar por exfoliantes enzimáticos que son menos agresivos. Además se recomienda espaciar la exfoliación en el tiempo, por ejemplo, cada dos semanas.


Antes de poner la mascarilla, es recomendable aplicar en zonas localizadas (puntos de presión, roce) una crema barrera un rato antes. De este modo, evitamos las lesiones en las orejas, la nariz o las mejillas.


Recuerda que tu piel responde a tu estado anímico, por lo que debes intentar estar en calma y disfrutar de ti y de ella, a través de su cuidado, aunque esté sensibilizada por los tiempos que corren. Algunos dicen que la mejor edad son los 20, otros en cambio que los 30 e incluso otros muchos que los 50. Por norma general, estas afirmaciones pueden ser subjetivas, ya que están relacionadas con experiencias y momentos.

Pero a lo que a piel se refiere, el paso de los años repercute en la tez y es necesario cuidarla de manera diferente en encasillar unos productos específicos a una edad determinada no es lo correcto, porque el estado de la piel va a depender de ciertos factores. La limpieza, la hidratación y la protección solar durante todo el año son rutinas de belleza que deben estar presentes en cualquier momento de la vida. Bendita juventud! Pero al igual que la belleza, es efímera. Cuando uno es joven no se suele preocupar demasiado por determinados aspectos de la belleza. Es un momento en el que la piel está firme y una época perfecta para empezar a habituarse a ciertas rutinas para mantener la suavidad y elasticidad de la piel.

De los 30 a los 40

Cuando soplas más velas que cantidad de pastel comes, llega el momento de adoptar ciertos rituales diarios de belleza para garantizar una buena piel. Uno de los mandamientos que una treintañera no debe saltarse es la limpieza del rostro por la mañana y por la noche.

El contorno de ojos es otro de los productos que hay que tener en cuenta en la rutina. "A partir de esta edad aparecen las primeras arrugas de expresión, puede ser que tengas también ojeras o bolsas. Se recomiendan productos que respeten el pH del lagrimal, hipoalergénicos y con activos de función global con cafeína, péptidos, vitamina C y derivados de la vitamina K".


De los 40 a los 50

Los 40 son los nuevos 30, pero con madurez, confianza y alguna que otra arruga. A los 40 los signos de la edad se hacen más visibles y que la tez va perdiendo elasticidad y luminosidad. La piel tiene memoria y es en esta época cuando se empiezan a observar las consecuencias del daño solar acumulado y del ritmo de vida que llevamos actualmente, sobre todo el estrés.

Además de la limpieza, la hidratación y el contorno de ojos, recomiendo la exfoliación y el uso de mascarillas. "Podemos optar por peelings químicos a base de ácido glicólico, para activar la renovación celular y atenuar las manchas cutáneas, una vez a la semana. También hay que tener en cuenta las mascarillas hidratantes o nutritivas para aportar flexibilidad y mantener la hidratación, despigmentantes, seboreguladoras son muy interesantes para aplicarlas después de exfoliación".


A partir de los 50:

En esta etapa los niveles de estrógeno disminuyen mientras los andrógenos se mantienen constantes y pueden provocar una variedad de cambios en el estado de la piel no deseados, que van desde el acné, que recuerda a la adolescencia, hasta las arrugas y la tan temida flacidez, que aparece de la noche a la mañana. Existe una relación entre la producción de colágeno, el grosor de la piel y la falta de estrógenos. La desaceleración natural del recambio celular y la disminución de los humectantes en la piel también exacerban la sequedad.

A continuación les expongo una serie de alimentos beneficiosos por sus nutrientes o ricos en vitaminas C y E:

  • El tomate: Sobre todo maduros, ya que es el alimento con mayor concentración de licopeno. Este nutriente ayuda a proteger a las células frente a los daños derivados de la acción de los radicales libres. Un consejo es consumirlo de forma cocinada, ya que así se asimila mejor este nutriente.

  • Frutos rojos: Contienen flavonoides y vitamina C, lo que confiere propiedades antioxidantes que previenen la destrucción celular y el envejecimiento prematuro. Para conservarlos mejor, mantenlos en un lugar protegido del calor y la luz, lávalas con agua fría y trocéalas antes de consumirlas.

  • Cítricos: Estos alimentos son muy ricos en vitamina C, que es un potente antioxidante que interviene en la formación del colágeno. El colágeno es una proteína necesaria para que la piel se mantenga firme y elástica. Es importante para su conservación, además de mantenerlos en lugar fresco, que no los peles mucho antes del consumo porque pierden sus propiedades. Si se toman en forma de zumo es recomendable tomarlo nada más exprimirlo.

  • Zanahoria, albaricoque y otros alimentos de color naranja como la calabaza: Son una gran fuente de betacaroteno, un precursor de la vitamina A, que ayuda a reducir la flacidez y las arrugas. Se recomienda consumirla antes de la exposición al sol ya que favorece un bronceado uniforme y duradero, además de tener propiedades fotoprotectoras.

  • Frutos secos: Contienen vitamina E y reducen la oxidación celular. Las nueces, además, tienen un efecto antiinflamatorio gracias a su contenido en cobre.

  • Aceite de oliva y verduras de hoja verde: También contienen vitamina E que protege a la piel del estrés oxidativo. En el caso de las verduras, para disfrutar mejor de sus propiedades, te aconsejo que las hiervas con poca agua y durante menos tiempo.

  • El pepino: es un buen hidratante tanto como alimento como en mascarilla. Por ello, te aconsejamos que consumas medio pepino con piel al día durante el verano.

  • Pimiento rojo: Es el alimento con más contenido en vitamina C, imprescindible para la formación del colágeno.

  • La cola de caballo: Es muy rica en silicio, mineral que interviene como cofactor en la formación de colágeno.

  • La cúrcuma: Puede ser un buen aliado para combatir el acné, al ser una especia con propiedades antiinflamatorias.

  • Semillas de sésamo: Nos pueden aportar metionina, un aminoácido necesario para la formación del colágeno.

  • Té verde: Es un gran aliado para la lucha contra el acné ya que ayuda a disminuir los niveles de la hormona productora del acné. También es una bebida llena de antioxidantes, lo que fovorece que tu piel se vea más joven y saludable.

  • Aguacate: El aceite de este fruto penetra en profundidad en tu piel nutriéndola, limpiándola y haciéndola más suave. También tiene antioxidantes que ayudarán a que tu piel parezca más joven.

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