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UN ESPACIO PARA EL RELAX...


Al ritmo de vida que llevamos, a menudo, nos deja poco espacio para el relax. Tenemos la mente ocupada en tantos asuntos distintos y asumimos tantas responsabilidades a lo largo del día, que acabamos por normalizar una velocidad que en ningún caso resulta beneficiosa para nuestro organismo.


Como reacción a este estado que nos afecta a todos en mayor o menor grado, existen corrientes que nos ayudan a parar, a tomar conciencia de nuestras vidas. Filosofías “basadas en hechos reales” que nos proponen una serie de cambios y que encuentran en la casa el centro de operaciones perfecto para empezar a realizarlos. Como el lagom, la idea de felicidad según los suecos; una invitación a abrir las puertas de casa al equilibrio, a través de gestos sencillos, y con la consciencia social, la moderación y la sostenibilidad como principales aliados.


O el wabi-sabi, procedente de Japón, que ensalza la belleza de lo imperfecto y que enaltece todo aquello que está hecho a mano y que se transmite de generación en generación. Lejos de vivir en una casa-museo, estos conceptos abogan por la casa-amiga, cómplice, cercana, y potencian una actitud basada en prescindir de lo superfluo y apostar por lo que nos proporciona paz: un cálido punto de luz en el lugar adecuado, un centro de flores frescas o unas cortinas de hilo. La luz –en esto coinciden todas las corrientes– es un elemento fundamental, uno de los factores más importantes para alcanzar la felicidad en casa. Además de aclarar, también disipa las presiones cotidianas, desde una sencilla vela hasta la lámpara más sofisticada.

Durante muchos años existió la creencia de que las plantas consumían oxígeno durante la noche y que por este motivo no era aconsejable vivir rodeado de ellas, y mucho menos tenerlas en el dormitorio. Pero en 1995, ni más ni menos que la NASA desmontó este argumento a través de un experimento. La conclusión fue que la producción de oxígeno era mucho más significativa que su disminución nocturna, y que los espacios inundados de plantas no solo eran aconsejables, sino necesarios para vivir mejor.


Vivir sin aditivos es la sabia recomendación que nos da la filosofía raw, que invita a rodearse en casa de materiales naturales en crudo, sin disfraces. Los barnices al agua, el ladrillo visto, la cerámica, el ratán... son algunos de sus principales representantes. Querer un objeto por sus defectos y encontrar en la autenticidad la mejor virtud.


Poner en valor la artesanía y su aspecto de “hecho a mano” con el que conectamos instintivamente. Ambientes creados a partir de motivos esenciales, de la relación que establecemos con la Naturalez a. ¿El motivo? Mejorar la salud de la casa y de los que la habitamos. Todo un reto.


Diseño personal

El diseño juega un papel fundamental en nuestras vidas porque, al igual que la música o una película, es capaz de cambiar nuestro estado de ánimo, de mejorarlo. Seguro que te ha ocurrido alguna vez. Tener un mal día, entrar en un espacio afectuoso (un restaurante, la casa de unos familiares) y tener la impresión de que el mundo recupera, poco a poco, el equilibrio. Es la virtud del buen diseño.


Organización

Una casa ordenada hace que nos sintamos mejor. Lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida privada es otra de las claves para conseguir un estilo de vida saludable.


La cocina

El diseño de la cocina se alinea con esta filosofía para que todo, espacio y alimento, frague en un lugar y en una experiencia más vital y saludable. Y es que los materiales de los que nos rodeamos también añaden salud a nuestros platos.



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